LA RAZÓN SE PIERDE RAZONANDO |
Tenemos momentos en la vida en los cuales necesitamos que sean terceros quienes nos muestren realidades que nosotros no queremos entender. Eso me ha sucedido mucho últimamente, pero más que hablar de mí y de mis decisiones en este post, siento que debo hacerlo en general, pues a muchos de nosotros nos pasa, aunque no queramos admitirlo.
Se trata de esas veces que queremos a alguien, nos
enganchamos tanto que no vemos las señales que nos advierten que ese no es el
camino correcto. Pero claro, aunque nos digan las cosas, no las procesamos
hasta que tenemos el cerebro frío y el corazón a un ritmo normal.
Muchas veces cuando todo se termina, nos preguntamos por qué
insistimos en algo que ya de entrada sabíamos que no avanzaría?.
Muchas veces nos vamos apegando más a una persona y le
facilitamos el querernos “como nosotras necesitamos”. Le vamos dando
facilidades, soportamos cosas, nos abrimos, pero cuando no avanza del límite
que ya desde el inicio sabíamos que existía, entonces nos sentimos estafadas.
Lo que sucede es que “creímos”. Creímos en que la otra
persona cambiaría, en que se adaptaría más a la manera en que queremos que nos
quieran, pero que no es más que una obsesión, pues esa persona ya nos había
puesto los límites claros.
¿A cuántos nos les ha sucedido esto? Aunque algunos no
intentamos cambiar a una persona en su manera de ser y sus valores, al menos
pensamos que poniendo esfuerzo y amor éste va a cambiar su decisión y va a
darnos lo que esperamos o de la manera como lo esperamos.
Ese, señores, es un grave error. Aunque me ha sucedido, debo
decir (porque lo he aprendido), que lo mejor es dejar que las cosas fluyan de
manera natural, sin forzar nada, respetando la manera de cada uno ver y vivir
las cosas y que, principalmente, debemos dejar claro lo que queremos en la
vida, ver claramente las señales que nos envían y no insistir en cosas que
claramente no van a tener futuro.
La mayoría de las veces rodamos por el camino para poder
aprender las cosas. Es nuestra manera de poder experimentar y saber qué está
mal y qué no.
Así que si ya nos ha sucedido, a levantarnos y no volver a
cometer ese error. Y si no, a respetar entonces las decisiones de los demás y a
darnos un poquito más de valor, que seguramente llegará quien nos ame “así como
queremos”.